lunes, 30 de diciembre de 2013

OneShot: Siempre juntos - Inazuma Eleven Fan Fic



-¡Mamá, Atsuya, mamá, Atsuya, mirad! ¡Mirad cuánta nieve ha caído hoy! -chilló un emocionado y joven Shirou Fubuki mientras sacaba la cabeza por la ventana.

Un somnoliento Atsuya Fubuki, que iba arrastrando los pies, se puso al lado de Shirou.

-Deja de armar escándalo, so ruidoso, que son las siete de la mañana -lo reprendió-. No todos estamos como regaderas, pero en cambio sí que queremos dormir.

-Pero, Atsuya... Mira cuánta nieve... -dijo casi suplicante su hermano. Al ver la triste expresión en el rostro de Shirou, el tono de voz de Atsuya se suavizó un poco.

-Sí, la verdad es que hoy hay mucha.nieve, más que de costumbre. Vamos a hacer un trato: si te callas y me dejas dormir un poco más, iré contigo a pedirle permiso a mamá y a papá para jugar en la nieve, ¿vale?

Su hermano asintió, visiblemente emocionado.

-¡Y no vuelvas a gritar como un chalado, eh! -añadió su hermano, recuperando su habitual bordería. Shirou sonrió por toda respuesta.

**********

-Mamá... Esto... ¿podemos salir Shirou y yo a jugar con la nieve fuera? -le preguntó Atsuya Fubuki a su madre. Su cara estaba varios tonos más rojo que el de un camión de bomberos. La mujer sonrió.

-Por supuesto, Atsuya. Me alegro de que por una vez no tenga que obligarte a jugar con tu hermano, pequeño gruñoncete.

-¡Mamá...! -protestó su hijo, poniéndose aún más rojo.

-¡Bien! ¡Gracias, mamá! ¡Vamos, Atsuya! -lo interrumpió su hermano, cogiéndolo de la mano y tirando de él hacia el baúl de la entrada, donde la familia guardaba algunos de los juguetes de los dos pequeños. Atsuya puso mala cara, pero le dejó hacer.

-Mira, coge esto, esta pala, y los cubos, y también ese rastrillo, y este embudo, y...

-¿Y se puede saber cómo piensas usar un embudo con la nieve? No va a pasar ni de broma -espetó Atsuya.

-Ya se me ocurrirá -contestó Shirou, encogiéndose de hombros. Metió todos los juguetes en una bolsa de la compra verde y, cogiendo el abrigo del perchero, abrió de golpe la puerta y corrió al exterior. Su hermano lo siguió con cierto enfurruñamiento y las manos hundidas en los bolsillos. Antes de salir, cogió el balón de fútbol.

**********

 -¡Mira mi muñeco, Atsuya! -gritó Shirou mientras se secaba el sudor de la frente con la manga de su sudadera verde. Al salir se había puesto el abrigo, pero cuando llevaban construida la mitad del iglú dentro del que estaban sentados, el calor de la actividad lo había llevado a quitarse un abrigo y meterlo cuidadosamente en la bolsa.

Su hermano levantó la mirada de su propia obra maestra. El muñeco de Shirou era un simple y tradicional muñeco de nieve. Con un par de guijarros que había sacado de Dios sabía dónde, Shirou lo había dotado de ojos, y otro par de piedras, con una forma alargada, le daban las cejas. Después miró al suyo propio. Era casi igual al de su hermano, con la única diferencia de que él no había encontrado aún nada para hacerle la cara.

-Mira, ahora le hago el pelo... -Shirou cogió unos puñados más de nieve y modeló ágilmente el peinado para su muñeco-. Y listo. ¡Mira, lleva el pelo igual que nosotros! Este voy a ser yo.

El niño aplanó la nieve que rodeaba a su recién terminada escultura, y con un dedo níveo escribió: "Fubuki Shirou".

-Si quieres puedo hacerle el pelo igual al tuyo también -se ofreció cuando terminó la última letra. Su hermano frunció el ceño, molesto por la facilidad de su gemelo para obtener lo que quería de la nieve.

-No hace falta -contestó con brusquedad. Bajó la mirada y volvió a centrarse en su muñeco justo a tiempo para ver cómo se le caía la "cabeza"-. ¡Maldita sea! -aulló-. No es justo.

-¿Qué no es justo? -preguntó con curiosidad el ingenuo Shirou.

-Tú puedes hacer lo que te venga en gana con la nieve, y siempre te va a quedar perfecto. ¡En cambio, yo ni siquiera soy capaz de ponerle una cabeza a un muñeco de nieve deforme!

Shirou hizo una mueca.

-Si quieres puedo...

-¡No! -estalló Atsuya, girando la cabeza para clavar con ferocidad sus ojos naranjas en los ojos del color de la tela vaquera de su hermano-. ¡No puedes hacer nada! ¡Puedes dejarme en paz!

A Shirou se le llenaron los ojos de lágrimas. Agachó la cabeza y comenzó a llorar en silencio. Atsuya lo miró de reojo. En el fondo, le daba pena su hermano, y se arrepentía de haberlo tratado de esa manera tan brusca e injusta. Justo cuando iba a formular una disculpa, Shirou se limpió los ojos con la manga de la sudadera y se puso de pie, dando la espalda a Atsuya.

-¿Dónde se supone que vas? -le preguntó este con el ceño fruncido.

-Voy a buscar ramitas para mi muñeco -contestó su hermano, con la voz ronca por el llanto. Atsuya fue a decir algo, quizá a ofrecerle la opción de acompañarlo, pero en el último momento decidió que sería mejor para Shirou poder desahogarse en soledad un rato.

-Vale. No te alejes mucho, que tenemos que volver a casa a la hora de comer.

Por toda respuesta, Shirou se alejó de Atsuya arrastrando los pies.

**********

Cuando oyó el grito, Atsuya acababa de terminar de hacer de nuevo la cabeza del muñeco de nieve.

Había estado pensando, reflexionando, y había decidido que iba a ir a disculparse con su hermano en cuanto acabase de rehacer la cabeza para su muñeco. Incluso le dejaría hacerle el peinado que quisiera.

Justo cuando acababa de colocar la bola recién hecha sobre la que hacía las veces de cuerpo, un grito de terror rasgó el silencio reinante hasta aquel momento.

Atsuya habría reconocido aquella voz en cualquier parte.

Era su hermano.

-¡¡¡Shirou!!!

Atsuya salió corriendo hacia el lugar del que provenían los gritos. Casi de forma inconsciente, cogió su balón de fútbol al pasar junto a la bolsa verde, cuyo contenido yacía desparramado por el suelo.

Un nuevo grito resonó en el aire, y Atsuya redobló sus esfuerzos para llegar hasta Shirou.

-¡¡¡Shirou!!! ¡¡¡Ya voy, Shirou, aguanta!!!

Cuando llegó al lugar del que provenían los gritos de su hermano, se quedó momentáneamente paralizado por el terror. Shirou estaba tirado en el suelo, con lágrimas en los ojos, rodeado por ramitas que debía haber estado recogiendo. Pero lo  más alarmante no eran sus lágrimas. Frente a Shirou se alzaba un enorme oso hambriento.

-¡¡¡Atsuya!!! ¡¡¡Socorro, Atsuya!!! ¡¡¡Ayúdame!!! -lloró el niño.

El pelirrojo intentó hallar una solución, desesperado. Pero no tenía ninguna escopeta a mano, y no tenía sentido esperar que el oso muriera repentinamente de un ataque al corazón.

Y, de repente, tuvo una corazonada.

-¡Shirou! ¡Resiste un poco más!

Atsuya sentía la presión. Si fallaba, o no lo conseguía, su hermano moriría devorado por el oso. Y él sería el siguiente. Respiró hondo, y entonces se lanzó.

Soltó el balón que llevaba bajo el brazo, y se concentró. Una repentina ventisca, que desvió de su hermano la atención del oso, comenzó a envolver al esférico.

-Ruge con fuerza -murmuró.

Atsuya saltó, girando sobre sí mismo, y chutó el balón con todas sus fuerzas, imprimiendo en el trallazo su imperioso deseo de salvar a Shirou.

-¡Ruge con fuerza! -repitió-. ¡¡¡Ventisca eterna!!!

El balón golpeó con fuerza al oso entre los ojos, y el animal se desplomó con un ruido sordo sobre la nieve.

Estaba muerto.

Shirou, aún con lágrimas en los ojos, miró a su hermano.

-¿¡Estás bien, Shirou!? -Atsuya se precipitó hacia él, abrazándolo y buscando heridas.

-Yo... lo siento mucho, Atsuya. Vine a recoger ramitas, pero entonces vino el oso, y al intentar huir me caí y me torcí el tobillo, y...

-Chsss. Déjalo. Lo importante es que estás bien. Yo... -Atsuya carraspeó, y siguió hablando-, quiero pedirte perdón, Shirou. No debí ser tan injusto contigo.

-Da igual. Sé que te enfadas cuando algo se te resiste. Eres como eres. No tienes la culpa.

-Bueno... Eso es discutible. Supongo que no puedes caminar con el tobillo así -comentó, cambiando de tema-. Súbete a mi espalda. Vámonos a casa.

Atsuya se agachó, y Shirou se subió a su espalda. Durante la vuelta, ninguno de los dos pronunció palabra. Pero, antes de que Atsuya abriese la puerta de su casa, Shirou habló:

-Atsuya.

-¿Sí?

-Prométeme que, pase lo que pase, estaremos siempre juntos.

-... Te lo prometo, Shirou.

Lleno de un valor renovado y con el corazón henchido de paz y seguridad, Atsuya abrió la puerta a su hogar.

domingo, 29 de diciembre de 2013

OneShot: El hielo en sus ojos - Inazuma Eleven FanFic





8-0. El Diamond se clasificaba para ser el segundo equipo de rango Supremo de la Aliea Gakuen. Gazel sonrió.

Caminaba por el pasillo hacia los vestuarios tras el partido. La Niebla Helada del Diamond había superado con creces al débil juego de Épsilon, y el Balón Iceberg que guardaba en sus botas había hecho picadillo a Dessarm, quien había jugado con ira y soberbia. Una lección de humildad. Soltó una breve risotada.

Humanos... Eran débiles. Sus sentimientos y emociones los traicionaban. Los dejaban indefensos. Amor. Amistad. Odio. Cariño. Enfado. Rencor. Rabia. Enemistad. Ternura. Felicidad. Satisfacción.

Él era perfecto. Hacía tiempo que había encerrado su corazón humano, con sus debilidades, en un pequeño lugar de su mente, recluido. Al igual que su pasado. Fuusuke Suzuno ya no existía. Era una sombra, un pasado distante, un viejo recuerdo. Su yo humano e imperfecto.

Ahora era Gazel. Frío. Distante. Ambicioso. Letal. Y gracias a la energía de la piedra Ailea, era poderoso.
Dobló una esquina, aún pensativo. Y se dio de bruces con IC.

IC era una jugadora de su equipo. Cabello violeta, estatura media, buen juego. Impetuosa, altiva, soberbia. Sí, una auténtica Diamond.

  - IC.

  - E... Esto... Hola, Suzune-kun... -saludó IC, nerviosa. Por toda respuesta,Gazel le dirigió una mirada helada. Estúpida. Su Suzune-Kun no existía. Él era Gazel, frío y perfecto, y no toleraba ninguna otra cosa.
 
  - Gazel -corrigió lentamente, con un leve matiz de amenaza.

  - Eh, sí, Gazel... Sama.
 
- ¿Qué quieres de mí? -preguntó con tono molesto. La chica desvió un momento la mirada, mientras un ligero rubor teñía sus mejillas de rojo carmesí.

- Yo... Que-quería que supiese... Supieses... Que yo... Yo...

  - Hmpf -gruñó Gazel. Los titubeos de la chica lo aburrían.

  - Yo... MegustasmuchoGazelkun -soltó del tirón. Gazel se quedó quieto un momento.

Después se oyeron sus carcajadas por toda la Ailea Gakuen.

  - ¡Ha, ha ha, ha! Te tenía por alguien más inteligente... Ai Touchi.

La chica cayó al suelo de rodillas, y se quedó con la mirada clavada en el suelo. Había usado su nombre. Su nombre humano.

La habían expulsado del Diamond. Ahora era una simple humana.

Sin poder.

Sin piedra Ailea.

Sin nada.

  - La próxima vez, piénsatelo antes de actuar -se burló Gazel.

Ai levantó la mirada, y lo último que vio antes de que el joven girase la cabeza y se perdiese entre los pasillos de la Gakuen, fue el hielo en sus ojos.

***********

Horas después, Gazel frunció el ceño. Algo se agitaba en su pecho.

Remordimientos.

Con un leve gesto de fastidio, eliminó todo rastro de ese sentimiento de su alma.

Él era Gazel, capitán del equipo de rango Supremo de la Ailea Gakuen. Y no iba a permitir que algo tan mundano como las emociones lo detuviesen.

Ningún "amor" iba a romper la jaula de su corazón. Y pensaba asegurarse de ello.

Hola :)

¡Hola! c:
Soy NekoShiiro, propietaria del blog This life is a War( ;) holiiis), y he creado este nuevo blog para poder publicar aquí mis FanFics, microrrelatos, poesías, monólogos, escenas y todo lo que tenga que ver con el noble arte de escribir. En este momento no tengo el blogcito presentable, pero en cuanto pueda me pondré con los detalles de aspecto, gadgets, caligrafía y fondo :). Probablemente mañana o pasado xD.

Espero que disfrutéis leyendo tanto como yo escribiendo y, nunca, nunca, NUNCA me canso de decirlo, que me comentéis vuestras impresiones y los fallitos que creéis que puedo corregir y mejorar c: además de ideas, aportaciones, sugerencias...

El primer FanFic que voy a subir es un OneShot, un FanFic de Inazuma Eleven (mi anime preferido <3), cuyo protagonista es Gazel/Fuusuke Suzuno. Espero que os guste 0///.///0 es la precuela de otro FanFic más largo. Posteriormente iré confiándoos mi (birriosa) poesía, mis microrrelatos... C: (prometo no fastidiarla como con ese que hice en This Life is a War en sus inicios, no more aberraciones).
Así que no me enrollo más y os doy la bienvenida ¡a este pequeño homenaje al noble arte de la escritura! Nos leemos :).